jueves, 19 de noviembre de 2009

Clavada / Mayte Kairuz




















Dicen del corazón que late y se entrega,
que los labios se besan, los ojos engatusan,
la piel se acaricia y el amor... el amor te esclaviza.

Dicen que las manos palpan, bordean y suavizan,
que las palabras seducen, enfurecen y dominan,
que las acciones demuestran, castran y nos agonizan.

Mi corazón te entregue, para nada, lo corrompiste,
lo dejaste tirado, lo pisoteaste tal como te dio la gana,
al fin y al cabo para ti significaba nada.

Mis labios, hay mis labios, de ellos bebiste, te nutriste,
y como víbora con tu veneno los podriste,
labios de seda convertidos en pringue.

Ojos brujos, seductores, aquellos que paran a quien fuera,
hoy vacíos, incoloros, muertos, los has dejado sin aliento.

Mi piel dorada, puro sol, pura luz, hoy marchita,
áspera como una lija y se desvanece como las cenizas.

Manos que deleitaron y hoy no sienten, sin tacto, que no dejan huellas,
planas, tan duras como el mármol así de frías e insensibles.

Palabras, oh, las palabras, marchitas, aquellas que me mataron,
malditas palabras, las que trato de borrar de mi mente,
pero están escritas en piedra en el desván de mi alma,
¡malditas palabras! clausuradas, amortiguadas.


Acciones, promesas no cumplidas, falta de hombría,
nunca pasaron a primer plano, se quedaron divagando
en el espacio, sin hechos, muerte por la espera,
la que nunca termina, mi eterna letanía.

Y el amor, he de reírme del amor,
por eso le pertenece el gran final,
el dueño de la nada, el gran perdedor,
el rey del castillo de arena que la espuma desvaneció,
si, por débil, por no tener zapata, por estar anclado en la nada,
Oh, el amor, no tiene marinero, no tiene capitán,
anda por los mares buscando a donde llegar, sin rumbo,
sin norte, y Yo aquí mirando desde la lejanía,
me he bajado de ese barco y ando clavada en la tierra,
sin marinero, sin capitán y mas aún si nadie a quien amar.

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